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domingo, 15 de abril de 2012

Artículo del Día de Antonio Manuel

El hijo devorando a Saturno
EN el Museo Nacional de Bogotá se conservan algunas de las momias que cargaban a sus espaldas los guerreros indígenas contra la invasión española. El fundador de Santa Fe, el cordobés Gonzalo Ximénez de Quesada, relató cómo morían matando en honor a la memoria de las momias que llevaban encima. En la batalla luchaban muertos y vivos. Pero eran los vivos quienes cargaban a los muertos y no a la inversa. Si los guerreros se hubiesen subido a la espalda de las momias, no hubieran podido moverse. Ni pelear. Hubieran muerto de igual manera. Y mucho antes. 

Hoy escribo en mi condición de excandidato por el Partido Andalucista. He sido lo que he hecho. Mi única legitimidad proviene de mis acciones. No tengo cargos sino cargas. Y las asumí por petición personal de Pilar González (Secretaria General del PA), que había conseguido aunar el andalucismo político bajo una sola marca y una sola ideología, apoyada casi por unanimidad en el Congreso de 2009: "nacionalismo de izquierda y ecologista". Y lo hice porque sabía que nuestra autonomía y nuestro Estado social corrían peligro. En Córdoba me he presentado sin dirección política pero con el apoyo incondicional de centenares de almas libres. Una de ellas, el independiente Sebastián de la Obra. Y sin más medios que ilusión a raudales, conseguimos entre todos que el andalucismo fuese la cuarta fuerza política y el mejor resultado electoral del PA después de Cádiz. Tenía la sensación de no asistir al final de un proceso sino al nacimiento de otro. 

No había trascurrido una hora del 26 de marzo cuando Alejandro Rojas-Marcos envió una carta a la militancia del PA sugiriendo una fórmula de gobierno al margen de la propia militancia y de los cauces democráticos. La carta corrió por tierra, mar y aire. Invocó como excusa la unidad que ya existía. También Franco provocó una guerra civil con el mismo argumento. A esa carta respondió en privado Pilar González negando cualquier tipo de tutelaje. Entonces Rojas-Marcos volvió a difundir a los cuatro vientos una carta incendiaria en el fondo y en la forma, utilizando incluso mi propio nombre y el de otros. Yo contesté en privado rechazándola de plano. Y la Secretaria General, defendiendo la democracia interna de la formación que dirige, se colocó como garantía personal de transparencia del futuro Congreso al que no se presentaría para evitar la suspicacia del personalismo. Ahora le toca a la militancia pronunciarse para zanjar de raíz la sospecha. Ningún partido hubiera tolerado nada similar. Mi posición es clara: es una oportunidad histórica para romper las amarras que atan al andalucismo a un pasado que le hace mucho daño. Andalucía olvida pero no perdona. Y al PA, ni lo uno ni lo otro. Quizá con razón. Porque este partido ha llevado la momia a la espalda. Y ahora podría incluso subirse encima de ella. Pilar González, en un gesto de valentía y honestidad completamente inusuales en estos tiempos, ha defendido a su partido defendiendo la democracia. Y yo propongo que sea el partido quien de una vez y para siempre salga de la boca de Saturno para devorarlo.




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